Carminum IV, 10 (A Ligurino)

¡Oh tú, hasta ahora cruel, en medio del poder
que los dones de Venus te otorgan!
Cuando un invierno inesperado llegue
sobre tu orgullo, y caigan esos rizos
que ahora revolotean sobre tus hombros;
cuando se apague ese color,
más encendido que el de la rosa roja,
y se vuelva áspera la cara de Ligurino,
dirás todas las veces que lo veas,
al otro, en el espejo:
«¡Ay! Mi espíritu de hoy,
¿por qué no me animó cuando era niño?
O ¿por qué no regresan aquellas tiernas
mejillas a este nuevo corazón mío?»

Horacio

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